Reposando a ras de suelo,
mi cuerpo queda suspendido
en su respiración.
Sin siquiera rozarlo,
puedo hinchar mi pecho con su aire,
y volver a exhalarlo.
Plácido, tranquilo,
con ese gesto suave de ensoñación.
Lo observo en silencio
y juego a adivinar su primera sonrisa.
El viento de afuera no lo despierta.
Acaso algún beso de buenos días...
Sin embargo no me atrevo a interrumpirlo...
Parece soñar con paraísos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario