lunes, 3 de noviembre de 2008

La llamada


El cielo apagado y triste me habló de tus silencios,

de tus inquietudes, de algunos de tus sueños,

despues me descubriste sentada en un rincón,

con mis diminutas manos, atrapando tus ausencias.

Asi te conté que te extrañaba,

que la noche era menos gris, cuando vos me mirabas,interrogante,

con tus ojos oscuros y ese gesto tranquilo en la mirada.

Sin un temblor de más te oí cantarme,

con voz suave, dulcísima.

Y fue tan maravilloso,

que hasta el diamante más prestigioso y codiciado,

resultó opaco, comparado con aquella sensación.

Me iluminaste el cuerpo,

me conmoviste el alma,

y esta noche, la estrella más encendida y oura del cielo,

lleva tu nombre.

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