martes, 4 de noviembre de 2008


No me importa la periodicidad de la carne,

no me importan las canas ni los surcos en mi cara.

Mis entrañas nunca estuvieron temerosas del final.

Sólo hay un fantasma perturbando mis sentidos,

un fantasma volando bajo en mi habitación.

Un fantasma tras la oscura cortina del tiempo.

Engranaje perpetuo destrozando recuerdos.

Aqui estoy, dispuesto a peleear contigo.

Aqui estoy ofreciéndole sangre al olvido.

Aquí estoy. Aquí estoy conciente, vivo.

Y el ganar se vuelve osado,

cuando nuestra carne, no la sostienen los huesos,

sino los sueños.

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