Limpiò el espejo frenèticamente.
Una y otra vez pasaba el paño
buscando claridad.
Pero el reflejo que le devolvìa
era siempre el mismo;
una joven ojerosa y desencantada
mirando su propia imagen
casi con compasiòn,
como si se tratara de alguièn màs,
por quien ya empezaba a sentir pena.
El cabello empapado,
el cuerpo desganado
y un cigarrillo en la mano.
No es la primera noche que lo espera en vano.
Aùn con el humo envolviendole los ojos.
Aùn con la certeza de que no vendrà.
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