domingo, 6 de septiembre de 2009

mientras lo espero...


y hasta la espera se llena de constelaciones
cuando al fin del camino me espera su sonrisa.
No hay murallas ni pasado polvoriento
a la hora de cerrar los ojos,
y explotar en la tibieza de los recuerdos,
para reinventarlo.
Con la piel llena de preguntas
lo espero en una mesa,
y a falta de reloj,
cuento cigarrillos en mi boca...
Sin tensiòn, ni angustia,
la espera es plàcida y dulce.
Se acalla la ciudad
y los àrboles pronuncian
suavemente su nombre.
Esta cerca, lo presiento.
Como puede presentirse
la proximidad del fuego
en una noche àspera y fria.
Pasan niños despreocupados y risueños...
me miran y sorteamos sonrisas.
Hay un hombre que me mira escribir
y frunce el seño;
no comprende mi mesa vacìa...
ignora que llegas con paso firme,
a desnudar mi soledad...

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