domingo, 23 de agosto de 2009

ayer a la noche...


Y entonces,
enrredada entre tus brazos,
la gèlida sensación,
se habìa detenido.
Las yemas de mis dedos
se alargan, suavemente,
atravèz de la tibieza
de su piel infinita.
Mariposa de plata
golpeàndo mi la garganta...
Delicados cascabeles,
ahorcando mis muñecas...
y su presencia...
Sus ojos, apenas abiertos,
observàndome,
hambriento, espectante;
y yo sonrìo, agradecida,
esperando, anisosa,
ser su cena...

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