martes, 9 de diciembre de 2008


Esa luz radiante atravezando los árboles,

volviéndolos transparentes...

el viento atropellandome,

evaporando mi propio aire.

Tus dedos acariciando mis mejillas,

sonrojándome...

Es, probablemente,

el más maravilloso atardecer

que contemplé en mi vida...

Quizá sea la longitud del tiempo,

quizá su fugacidad....

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